Por Héctor Julio Cedeño Negrín
El equilibrio bipartidista conseguido
durante los últimos cincuenta y cinco años de política norteamericana hacia
Cuba, quedó roto unilateralmente por Barack Obama. El Presidente intenta
demostrar un artificioso consenso entre demócratas y republicanos. Pero la
realidad es que la inmensa mayoría de los republicanos desaprueban sus ideas.
Solo un exiguo conjunto de los conocidos como; “Republicanos de nombre”
participa de ella. Son militantes que tienen una posición mucho más cercana al
Partido Demócrata, que al propio Partido Republicano.
Lo cierto es que el equilibrio fue roto
de manera artificial y cuando algo así ocurre, no se recompone fácilmente,
mucho menos retorna a la situación anterior. Por eso será muy difícil la vuelta
atrás para los tiranos como ellos casi pretenden. Ni restituyendo siquiera sus
tres espías a las prisiones norteamericanas, se volvería a la situación
preliminar, incluso aunque no reclamaran la devolución de Alan Gross.
El hecho de que no pueda conseguir
lo pretendido, pone al Presidente en una posición muy difícil. Él
desmanteló un consenso de muchos años, por una política que es una
quimera y cuya efectividad no ha sido demostrada jamás en casos como el de
Cuba. Estas acciones del Presidente pueden afectar las pretensiones electorales
de la candidata demócrata a las presidenciales del 2016.
Esa sería la más fehaciente demostración
del fracaso de su política y le daría a sus detractores toda la razón
¿Cómo convencer a los tiranos de realizar el desmontaje de su tiranía o al menos
de cambiar sustancialmente su régimen de oprobios? Esa es una tarea harto
difícil para Barack Obama. Para maniobrar le queda poco tiempo al Presidente,
pero si no lo consigue, será como haberse bañado en fango.
Los Castro están realizando sus
cálculos, por eso han comenzado a dar pasos similares a los dados en los años
sesenta, como por ejemplo; realizar conversaciones para el posible retorno de
las bases militares rusas y la regeneración de sus antiguas posesiones
militares, aunque alguien lo vea como el espectro de la imaginación.
No hay que dudar que pretendan revivir
aquel tratado de amistad y colaboración, firmado en esos tiempos con la Unión
Soviética y que consideraba la agresión a uno de los dos países, como un ataque
contra el otro o sea, los tiranos pretenderían esconderse bajo las
enaguas de Vladimir Putin, como lo hicieron con las falditas de Jruschov o la
de Brézhnev.
En los años sesenta utilizaron los
cohetes instalados en Turquía como pretexto para la instalación de armas
nucleares en Cuba. En estos momentos planean ejercicios militares conjuntos y
la construcción de instalaciones para el reabastecimiento de barcos y de
submarinos de la armada “Putinista”, en el instante en que la OTAN cierra su
anillo alrededor de Rusia. Ahora el anillo llega exactamente hasta Ucrania.
Aunque los tiempos hayan cambiado
radicalmente, los tiranos se niegan a diluirse por sí mismo y pretenden
perpetuar su régimen, siguiendo el estilo no ya de China, ni el de Viet-Nam,
sino el derrotero de Corea del Norte, aunque resultará extremadamente
difícil conseguir ese objetivo. Si algo así ocurriera no quedaría otra
solución que la intervención militar de los Estados Unidos.
John F. Kennedy soslayó la solución
elaborada por Dwight Eisenhower y que sería ejecutada por Richard M. Nixon,
pero este perdió las elecciones contra el candidato demócrata. Después de
cincuenta y cuatro años de desechada aquella solución, parecería hoy la
más adecuada. Los tiranos también lo perciben así y es por eso reconstruyen su
escudo.
Parece que los gobernantes
norteamericanos comienzan a comprender que uno de mayores obstáculos para su
acercamiento a Latinoamérica es el actual gobierno cubano, que realiza una
labor de zapa conjuntamente con la izquierda populista desde el año 1959. La miopía
del Presidente Kennedy le impidió comprenderlo en su momento, pero al parecer
Barack Obama se ha caído por fin de la mata.
Cuba también ha servido como plataforma
para el ingreso de China en tierras latinoamericanas y está trabajando para
insertar a Rusia. China por ejemplo está desplazando a los Estados Unidos de su
medio natural, inundando a la América Latina con productos que los
norteamericanos les enseñaron a fabricar, incluso de mucha menor valía y
calidad y sustituyéndolos como compradores de sus materias primas.
Están invirtiendo en Latinoamérica los
mismos dólares norteamericanos que prácticamente les han arrebatado a los
estadounidenses, manipulando la moneda a su total conveniencia en un
intercambio desigual. Esto es, China se ha enriquecido estafando a los propios
Estados Unidos. Esto es lo verdaderamente increíble de esta historia.
Pero esta contraofensiva de los Estados
Unidos para recuperar sus posiciones históricas, tendría que ser ejecutada por
un Presidente republicano, con una visión diametralmente diferente a la de
Barack Obama y que conciba el desmantelamiento de la tiranía castrista como una
necesidad ineludible, algo imprescindible para continuar adelante. Por eso
considero que esta es la última oportunidad para que los Castro desmantelen
voluntariamente su tiranía sanguinaria, la otra solución sería el uso de la
fuerza militar.
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