Hay veces que la realidad supera a la ficción, y un buen ejemplo es la existencia de Mirtha Díaz Balart. Una mujer marcada por una encrucijada política y sentimental que le ha perseguido durante la mayor parte de sus 87 años. Por un lado Fidel Castro, su primer esposo y padre de su único hijo varón Fidelito. Por el otro su segundo esposo, Emilio Núñez Blanco, fiel compañero de casi 40 años de exilio en Madrid y padre de sus hijas, Mirtha y Meki, pero ferviente anticastrista.
No es para nada secreto sus múltiples viajes a la Isla-cárcel, propiedad de los Castro. Uno de ellos en 2006 Mirtha a instancias de su hijo Fidelito. La instalaron en una vivienda de las que dispone el Consejo de Estado para personalidades que llegan al país por invitación oficial.
Viajó a la Isla porque Castro era operado de urgencia a causa de una grave dolencia intestinal el 31 de julio de ese mismo año. Sin embargo, cuando Mirtha se encontraba en Cuba, ocurrió un suceso trágico e inesperado: Emilio, su segundo esposo, fallecía en Madrid. Padecía Alzheimer y, como sufría episodios muy agresivos, tuvieron que ingresarle.
Según revela Juana Castro, hermana del tirano Fidel, no es la primera vez que su ex cuñada pasa una temporada en Cuba. «Últimamente Mirtha había visitado la isla en varias ocasiones». Además de ver a su hijo Fidelito y a sus nietos, hay otro motivo que ha impulsado a Mirtha Díaz a alejarse de España: la terrible enfermedad de su segundo marido había hecho mella en su estado anímico. Él fue su gran bastión. Pero sus cada vez más frecuentes episodios de violencia habían obligado a ingresarle en una residencia especializada. Ella, por su parte, se había ido a vivir con su hija mayor, Mirta.
Fue en su domicilio de la calle Alonso Cano donde recibió la llamada de su hijo Fidelito, animándola a que fuera a Cuba.
La Bella y el Tirano
Este drama ambientado en la revolución cubana se inició en la universidad donde Mirtha estudiaba Filosofía y Letras y Fidel Castro se preparaba para ser abogado. El líder izquierdista estudiantil, hijo de un campesino dedicado al ganado y a la caña, se enamoró de esta belleza de clase alta, hermana del que sería Subsecretario de Gobernación con Batista, Rafael Díaz Balart.
Mirtha tenía 20 años y Castro 22 cuando se casaron por la Iglesia en octubre de 1948. En septiembre del año siguiente nació su único hijo, Fidelito. Pero sus continuas separaciones por la actividad conspirativa de Castro y, sobre todo, las infidelidades de éste dieron al traste con la unión. El detonante fue una carta dirigida por Fidel a otra mujer, Naty Revuelta -cuando estaba preso en Isla de Pinos tras asaltar el Cuartel de Moncada – que cayó por equivocación en manos de Mirtha.
Tras divorciarse del líder cubano en 1955, Mirtha se unió sentimentalmente a Emilio Núñez Blanco, apodado Milio, casándose un año después. Era notario, hijo del embajador cubano en la ONU Emilio Nuñez Portuondo y oponente acérrimo de Castro. Éste, exiliado entonces en México donde preparaba el golpe contra Batista, montó en cólera al saber que Mirtha se había unido a un enemigo político. Así que, bajo el engaño de que quería despedirse de su hijo por si moría en el asalto al poder hizo que Mirtha se lo enviara a México donde le retuvo por la fuerza. Ella y Núñez Blanco liberaron en México al niño con ayuda de la Policía del país sudamericano.
Cuando en el 59 Fidel Castro llegó al poder Mirtha y su esposo permanecieron algunos años en Cuba. Sin embargo Emilio desarrollaba en la clandestinidad actividades contra el régimen comunista recién impuesto. «Salvó de la cárcel a muchas personas buscadas por la justicia revolucionaria, procurándoles asilo en embajadas extranjeras. Por esta razón llegó a ser detenido por el G-2. Sin embargo, se mantuvo en la patria hasta que Fidelito, su hijastro, fue enviado a la Universidad de Moscú para cursar sus estudios».
Fue entonces cuando el matrimonio decidió instalarse definitivamente en Madrid. Además de estar más cerca de su hijo, la ausencia de Fidelito, al fin y al cabo un «escudo protector» contra Castro podía complicarle la vida a Emilio Núñez.
A mediados de la década de los 70 la pareja se afinca en la capital de España. Emilio abandonó la abogacía para dedicarse a los negocios y empezó a colaborar en varios diarios de Miami. De esta forma hizo amistad con corresponsales de medios iberoamericanos como Tito Drago, presidente del Club Internacional de Prensa, o Hugo Ferrer, presidente de la Asociación de Corresponsales Iberoamericanos. En esta última entidad desempeñó los cargos de tesorero y secretario general durante 15 años.
Pasado Oculto
Según relata Armando Restrepo, periodista colombiano residente en España y amigo de la pareja, «parecía un matrimonio normal. Mirtha tenía buen porte y trato amable. Emilio publicaba artículos en periódicos de Miami, donde se desvelaba como un radical anticastrista.»
Mirtha vivía con la obsesión permanente de que nadie descubriera su identidad como primera esposa de Castro y por eso limitaba su vida social evitando ser fotografiada. Hay quien llegó a decir incluso que se realizó cirugía estética para que no la reconocieran. En palabras de un miembro de su círculo íntimo de amistades, «ella jamás habló mal de Fidel Castro. Ni bien, tampoco. Es que jamás habló. Incluso para los que conocíamos su pasado, era el innombrable. Pienso que quería borrar esa página de su historia, aunque la había marcado totalmente».
Lo corrobora Restrepo, a quien un día durante un cóctel, Emilio Núñez desveló su gran secreto: «Le pregunté por qué no se habían instalado en Miami, donde vivía la mayoría de los anticastristas exiliados. Recuerdo que me respondió con gran misterio: ‘en Miami tampoco estaríamos seguros’. Y casi en un susurro, añadió: ‘mi mujer, Mirtha, estuvo casada con Castro y es la madre de Fidelito, el primogénito del dictador’. Me quedé de piedra», asegura Restrepo.
Mirtha, en Madrid, no se sentía sola, pues aquí residían dos de sus hermanos. Waldo era pintor y tenía un estudio en lacapital.También Rafael, que fue Subsecretario de la Gobernación con Batista, y vivía a caballo entre Miami y Madrid. Se había casado en segundas nupcias con una viuda española, Mercedes Romay, apodada Chelas. Era hermana del que fue hombre de confianza de Manuel Fraga y ministro de Sanidad de Aznar, José Manuel Romay Becaria.
Rafael Díaz Balart atesoraba una gran fortuna y su obsesión era ver fuera del poder a Fidel, sueño que no pudo cumplir pues murió en 2005 de una leucemia. Un odio correspondido ya que el tirano cubano juró matar a su ex cuñado con sus propias manos. Por esta razón Díaz Balart llevaba siempre pistola.
La fijación paterna contra Fidel Castro fue heredada por los hijos de Rafael Díaz Balart, Lincoln y Mario, congresistas republicanos por Florida, y Rafael y José, que pasaban largas temporadas en Madrid.
Mirtha y su marido tenían una relación muy estrecha con Rafael y su cuñada Chelas con los que salían a cenar sobre todo a Casa Lucio, uno de sus restaurantes favoritos. Mirtha sentía también gran cariño y admiración por sus sobrinos, los hijos de Rafael. Una de sus mayores preocupaciones era que no coincidieran con su hijo Fidelito que viajaba ocasionalmente a Madrid a visitar a su madre. Le horrorizaba que se enfrentaran según atestigua el miembro de su círculo antes citado. «Mirtha es una mujer muy conciliadora, aunque supongo que los odios en su familia le han hecho sufrir mucho».
Fidelito estudió en la Universidad de Moscú la carrera de Ciencias Físicas y Matemáticas. Allí pocos conocían su identidad, ni siquiera muchos de sus amigos y compañeros de aula ya que usaba el seudónimo de José Raúl Fernández. Se graduó en Física Nuclear y se casó con una soviética, Olga Smirnova, madre de sus hijos Fidel III y Mirtha, que estudió la misma carrera de su padre.
Pero la experiencia matrimonial del primogénito de Castro no termina ahí. Se casó por segunda vez con una cubana, Victoria Barreiro, hija de un general responsable del servicio de inteligencia cubano.
Fidelito ha desempeñado en Cuba cargos importantes: en 1980 fue nombrado responsable de la Comisión de Energía Atómica y de la Secretaría de Asuntos Nucleares. aunque su paso por los despachos no terminó bien. De ambos cargos fue destituido por su padre en junio de 1992. Tras un periodo de ostracismo, en 1999 se convirtió en asesor del Ministerio de Industria Básica.
Mirtha Díaz Balart tuvo también dos hijas con Emilio Núñez Blanco: Mirtha y Meky, que está casada con el productor discográfico Suso Sainz y es madre de dos hijas. Mirtha, la mayor, está divorciada y tiene una hija de 15 años, Laura. Ejerce como profesora de Historia en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Tomado de:Cuba, Hora Cero.
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