Posted
on September 10, 2015 by Nuevo Accion
Por,
Esteban Fernández
La
mayoría del pueblo los recibió en 1959 como si hubieran ganado la tercera
guerra mundial. Lo primero que me llamó
erróneamente la atención fue que tal parecía que había más comandantes
que soldados. Un grupo de andrajosos -hoy en vía de extinción- que fueron
convertidos en héroes por una cretinada cubana. Al recordar esa etapa inicial
de nuestra tragedia me parece que estoy escribiendo sobre los dinosaurios en la
era Mesozoica.
Al
único que conocí personalmente -y siempre nos llevamos mal- fue a “Pepe” Duarte Oropesa a quien acusaban
de haberse puesto él mismo los grados y cuando yo en California le toqué el
tema se rió y me dijo: “Si, es cierto, pero todos los demás, -más o menos-
hicieron lo mismo o ¿quiénes tú crees que les pusieron las estrellas en los
hombros a Fidel y a Raúl? Pues, ellos mismos…”
Se
hicieron famosos de sopetón. Ya para mayo del 59 yo me sabía los nombres de la
mayoría de ellos. Y todo esto lo escribo de memoria. Parecían -con los rosarios y escapularios en sus
cuellos- buena gente, pero resultaron
ser -en un 99% de los casos- tremendos H.P. El más joven era Joel Iglesias, el
más chusma era Efigenio Ameijerias y el más viejo era el traficante Crescencio
Pérez. El único con prosapia familiar era Raúl Chibás. El penúltimo en fallecer
-que yo sepa- fue Víctor Bordón Machado hace más o menos un año y medio y hace
unos días en el Jackson Hospital falleció, Jaime Costa.
En el grupo
de comandantes estaba un sinvergüenza
delincuente común condenado como falsificador de cheques llamado Raúl Menéndez
Tomassevich. Fue en la prisión de “Boniato” donde se empató con los Castro. El
primero en morir fue “Paco” Cabrera destrozado por la hélice del avión en el
viaje inicial a Venezuela del dictador. Cristino Naranjo fue balaceado a la
entrada de Columbia por Manuel Beatón. Faustino Pérez se choteó completamente
al frente del Ministerio de Recuperación de Bienes. De “león” contra Batista resultó
ser un “ratón” durante el castrismo.
Me
caían relativamente bien Camilo
Cienfuegos, Rolando Cubela y mi coterráneo Raúl Díaz Torres Y como una patada en el estómago Raúl Castro,
el Che Guevara, Ramiro Valdés y Faure Chomón. A Fidel Castro ni lo cuento
porque mi padre me había inculcado un odio feroz contra él casi desde el mismo ataque al
Moncada.
Algunos
como Pedro Luis Díaz Lanz, Ramón Güin, Aldo Vera Serafín, y casi todos los comandantes del Segundo
Frente del Escambray abandonaron y se separaron del castrismo. Unos se fueron
para Miami y otros sufrieron años de cárcel. Como siempre me ha dicho Jorge
Rodiles el primero en rebelarse, desde
la misma Sierra, fue Higinio “Nino”
Díaz. Las broncas entre “Nino” y Raúl fueron legendarias. Rolando Cubela
participó en una conspiración para matar a Fidel Castro pero su actuación en la
prisión dejó mucho que desear.
El caso
más inverosímil fue el de Eloy Gutiérrez Menoyo que se escapó en bote, luchó
contra el castrismo con las armas en sus manos, desembarcó allá, sufrió
prisión, y a última hora “la defecó” yéndose para Cuba a vivir y murió siendo
detestado por ambas partes del conflicto. Provenientes del antiguo ejército
estaban “el gallego” Fernández, Enrique Borbonet y José Quevedo.
Huber
Matos le envió una carta a Fidel Castro protestando contra la penetración
comunista en el gobierno y cumplió largos años de prisión pero no obstante eso
muchísimas personas no le perdonaron
nunca su actuación en Camagüey y siempre lo han acusado de haber fusilado a mucha
gente. Matos fue detenido por el comandante güinero -antiguo empleado de “El
Congo” de Catalina- Arsenio García Dávila.
Otros
se acomodaron y utilizaron sus meses en las montañas como si se hubieran
comprado el billete premiado de la lotería. Han vivido “como Carmelina” con el ‘tumbao’ de ser “Comandantes
Históricos de la Revolución”, dos buenos ejemplos son los descarados Guillermo
García Frías y Universo Sánchez. Otros que se hicieron
conocidos del público fueron Rodiles, Lussón, Escalona, Acevedo, Casas
Regueiro, Gálvez, Miret, Vallejo, Castilla. Y torturando en Vietnam estaba
Fernando Vecino Alegret.
Juan
Almeida fue uno de esos que su cercanía con Fidel Castro, y su sumisión
absoluta, lo llevó a vivir como un maharajá hasta el día de su muerte. Sin
embargo, por mucho que he tratado no he podido conseguir un solo incidente que
lo coloque participando de la represión en la Isla. “Vive bien” sí fue, pero
parece que torturador no. Desde luego, él hizo buena la frase de “tanta culpa
tiene el que mata la vaca como él que le agarra la pata”.
Había
algunos que eran más bien conocidos por su alias o “nombres de guerra”:
“Diego”, “Villa”, “Nicaragua”, “Aníbal”, “Papito”, “Piti”, “Pinares”, “Polito”,
“Olo”, “Lalo”, “Furry”, ” San Luis”. Llegó al exilio a través del puerto del
Mariel -donde falleció- el comandante Víctor Mora quien fuera el primer jefe
del Regimiento Agramonte en Camagüey. En Santo Domingo, desde hace muchos años,
estaba Delio Gómez Ochoa.
El
repugnante del “Che” donde único se distinguió fue como asesino en serie y
después como “carne de cañón” en Bolivia creyéndose que de verdad en la Sierra
Maestra se había convertido -gracias a unas cuantas escaramuzas- en un
verdadero guerrillero. Con anterioridad
le habían dado varios puestos importantes y en todos fracasó. Varios, como
Félix Pena y Augusto Martínez Sánchez, se suicidaron, y fusilaron a William
Morgan, a Humberto Sorí Marín, a Plinio Prieto, a Miguel Beatón y a Jesús
Carrera. Otro criminal nato resultó ser Félix Torres en La Campana, Las Villas.
Hubo -y todavía
algunos están ahí- varios que se fueron a estudiar en los países detrás
de la cortina de hierro. Unos en el arte de la guerra y otros en “inteligencia,
contra inteligencia y la represión” Y alcanzaron los grados de generales. Los
peores esbirros han sido Ramiro Valdés y Manuel Piñeiro Losada alias “Barba
Roja”. El soldado más sobresaliente de esa jornada fue el general Arnaldo Ochoa
y precisamente por distinguirse tanto lo fusilaron.
Al
final de la jornada fueron una monumental decepción para la tonta mayoría que
creyó fanáticamente en ellos. Fue la primera ocasión en que me di cuenta de que
la mayoría muchas veces se equivoca.
En
resumidas cuentas, de ese grupo de barbudos con las estrellas en sus hombros yo
creo que no quedan ni 20 vivos y son octogenarios pero como ninguno de ellos
tiene vergüenza ni conciencia dudo mucho que internamente carguen con la pena
de haber sido participes e iniciadores de la debacle en Cuba.
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