Por eso
tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ninguna
verdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel
sistema, que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles
una vida justa.
Ahora,
que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud
liberal, vino a descarriarse, porque dio, primero, en la interpretación
materialista de la vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia;
tercero, en una proclamación del dogma de la lucha de clases.
El
socialismo, sobre todo el socialismo que construyeron, impasibles en la
frialdad de sus gabinetes, los apóstoles socialistas, en quienes creen los
pobres obreros, (…) el socialismo así entendido, no ve en la Historia sino un
juego de resortes económicos: lo espiritual se suprime; la Religión es un opio
del pueblo; la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. Todo eso
dice el socialismo. No hay más que producción, organización económica. Así es
que los obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede dentro de
ellas la menor gota de espiritualidad.
No
aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el mal
funcionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia;
aspira a llegar en la injusticia a tantos grados más allá cuantos más acá
llegaran en la injusticia los sistemas liberales.
Por
último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases;
proclama el dogma de que las luchas entre las clases son indispensables, y se
producen naturalmente en la vida, porque no puede haber nunca nada que las
aplaque. Y el socialismo, que vino a ser una crítica justa del liberalismo
económico, nos trajo, por otro camino, lo mismo que el liberalismo económico:
la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad
y de solidaridad entre los hombres.”
(Del
Discurso pronunciado en el Teatro de la Comedia de Madrid, el día 29 de octubre
de 1933)
Posted on July 22, 2015 by Nuevo Accion
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