Llegan en trineo o sobre el lomo de un camello, como una figura solitaria o encarnados en tres soberanos que persiguen una estrella. Los turbantes y el atuendo rojo se mezclan durante este día de Reyes en Cuba. Los niños se despiertan buscando sus regalos y, aunque algunos tendrán suerte, otros tantos postergarán sus sueños por un año más.
"Quiero un tablet", repite desde hace meses Mailan, una escolar de ocho años que escribió la carta para los Reyes Magos desde los primeros días de diciembre. Los reclamos tecnológicos van desplazando a muñecas y juegos manuales, pero el fenómeno más interesante es el retorno de una tradición que por décadas ha sido estigmatizada por el oficialismo.
Desde los últimos días del pasado año, las tiendas con ofertas de juguetes se han llenado de miradas curiosas y largas colas. La mayoría de los compradores busca "algo barato y bonito", según refería este martes una abuela un tanto desilusionada por los altos precios que encontró en su recorrido por varios mercados.
Abundan los juegos de plástico made in China y las ofertas que más rápido se venden son las que "traen varias opciones en un solo paquete", aclara a 14ymedio una empleada de la concurrida tienda enclavada en la calle Quinta y 42 del municipio Playa. "Las bolas de cristal, las barbies y los carritos son los que tienen más salida", aclara la mujer, aunque refiere que "cada año los niños piden con más detalles lo que quieren y eso hace difícil complacerlos".
“Cada año los niños piden con más detalles lo que quieren y eso hace difícil complacerlos”, cuenta la empleada de una tienda de juguetes
La céntrica Plaza de Carlos III se abarrota cada enero de padres que añoran reactivar una costumbre que la mayoría de ellos ni siquiera disfrutó. "A mi me tocó la época en que solo se podían comprar juguetes en el mes de julio y por la libreta de productos racionados ofertaban un juguete básico, uno dirigido y otro adicional", reflexiona Lisandra, de 37 años y residente en el municipio 10 de Octubre. Este martes buscaba desesperadamente algo para su hijo de siete años.
"Mi mundo", dice un cartel a la entrada del departamento de juguetería de la céntrica plaza. Por sus pasillos y entre los anaqueles medio vacíos deambulan desde los compradores a la espera de que "saquen algo" asequible para su bolsillo. Una pizarra de plástico y colores llamativos despierta los gritos de exclamación cuando se lee el precio de 80 pesos convertibles, el salario de cuatro meses de trabajo de un profesional.
"Esto es una falta de respeto, hay estantes totalmente vacíos, mientras que el almacén debe estar lleno", se queja Lisandra. Asegura: "Todos los años es lo mismo, hacen esto para obligar a la gente a comprar la mercancía que no ha tenido salida". El reloj camina y solo le quedan unas horas para poder complacer los caprichos de su pequeño, que este año pidió una "espada galáctica" y juegos nuevos para su PlayStation.
La mezcolanza de tradiciones se hace sentir. Si hasta hace un poco más de medio siglo eran los tres Reyes Magos quienes señoreaban los 6 de enero en la Isla, ahora ha irrumpido con fuerza la regordeta figura de Papá Noel. "Cuando una tradición se prohíbe esto es lo que ocurre, que después la gente ya no sabe ni cómo seguirla", se lamenta Yadira.
La gente no parece dispuesta a ceder su recuperada ilusión, aunque se le asocie con el “imperialismo” o la “colonia española”
Cerca del lugar, en un portal de la calle Reina, un vendedor privado de mascotas oferta desde un rottweiler hasta un bichón habanero pasando por dálmatas y chihuahuas. Para quienes tienen menos recursos el hombre publicita hámsteres o periquitos. "Vamos, vamos, que ya mañana es día de Reyes, lleva tu animalito aquí", repetía con insistencia.
Sin embargo, las exigencias han crecido junto con los precios. La tableta que Mailan ha solicitado en su carta a los Reyes debe venir con las aplicaciones que más le gustan. "No puede faltarle el Zapya ni el Subway Surf", le ha aclarado a su nerviosa madre que ha calculado en no menos de 150 CUC lo que le costará adquirir el dispositivo en el mercado ilegal. La familia recibe remesas desde el extranjero y podrá hacer un gasto que resulta excesivo para la gran mayoría de los padres.
La tradición se ha colado de vuelta por la puerta de atrás. Los medios oficiales no hacen mención a ella y el Gobierno ha dado claras muestras de que le molesta su expansión. Artículos periodísticos que denuncian el consumismo aparejado a la fecha y otros que consideran a los Reyes Magos como una práctica extranjerizante, se han publicado en años anteriores alrededor de este día. Pero la gente no parece dispuesta a ceder esta vez su recuperada ilusión, aunque se le asocie con el "imperialismo" o la "colonia española".
El principal obstáculo entre la mayoría de los niños cubanos y el añorado regalo que esperan en este día son los altos precios de los juguetes
En 2001, varios funcionarios de la embajada de España en La Habana organizaron una cabalgata de los Reyes Magos por el malecón y algunas calles del centro histórico. La prensa oficial arremetió contra el suceso que tensó aún más las relaciones entre los Gobiernos de Fidel Castro y José María Aznar. Sin embargo, los niños de las inmediaciones de la sede diplomática nunca olvidarán aquel día de caramelos y alegría.
La oposición cubana también ha tratado de rescatar las fiestas infantiles y cada año organiza entrega de juguetes y fiestas con golosinas. Los días previos la policía realiza allanamientos y confiscaciones en las casas de los activistas. El pasado domingo, la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) denunció que en su sede de la provincia Las Tunas, efectivos policiales decomisaron "36 juguetes, alimentos para los niños invitados y un equipo de música" con los que se planeaba realizar la fiesta.
Sin embargo, el principal obstáculo entre la mayoría de los niños cubanos y el añorado regalo que esperan en este día son los altos precios de los juguetes. Una carro que imita un moderno descapotable de lustroso color negro señorea en el centro de la tienda Mi Mundo a un precio de 382 CUC o 9.550 CUP. Alrededor se oyen los llantos de los niños que quieren uno como ese y de las madres que repiten "No, no puedo". Aquí "Magos tendrían que ser los padres, para poder comprar un regalo", sentencia Yadira que ha regresado a casa con un bate de béisbol y una pelota.
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