Fidel Castro, vamo'a ver, / ¿por qué si es tan grande el mundo / tuviste ese antojo inmundo / y fuiste en Cuba a nacer? / El Caimán te vio crecer / en toda tu bastedad, / fuiste esperanza, es verdad, / del pueblo pobre en su asedio, / pero es que fue tu remedio / peor que la enfermedad.
Fue tu palabra el señuelo / sobre el que tú inflaste un mito / y ahí dejaste chiquito / al compadre Maquiavelo. / En cuanto alzaste tu vuelo / no volviste a recordar / tus promesas, y al llegar / a La Habana, aquel enero / se volvió el país entero / tu finca particular.
Quien te conoció primero / supo de tu trayectoria / y tu oscura ejecutoria / de ganster y pandillero, / revoltoso, cizañero, / bola'e churre, sangre fría, / gatillo alegre que un día / todo un país secuestraba / y a todos nos embarcaba / en su megalomanía.
<Heroica> quedó tu acción / de llegar tarde al Moncada / porque aquella madrugada / "perdiste" la dirección. / Reveló tu condición / de cara'e tabla infinita; / con razón la historia hoy grita: / más que <invicto comandante> / fue tu estampa semejante / al capitán arañita.
Cuántos inventos, Mamerto, / de tu mente <iluminada> / fueron por gusto y pa' nada / pa' hacer de Cuba un desierto. / Cuántos presos, cuántos muertos / hay que poner a tu cuenta! / y para peor afrenta / hoy con Cuba ya arruinada / un pueblo escapa en bandadas / y tú cumpliendo 90.
Juan Quin King
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