Construidos
para una guerra que nunca llegó. “Fue la época de las bicicletas chinas y los
policías a pie”
Aquí resistiremos la invasión americana. |
LA
HABANA, Cuba. -Creados por Fidel Castro en los años 80, tal vez presintiendo la
caída de la Unión Soviética, los túneles para la defensa motivaron hasta bien
entrados los años 90 inmensas movilizaciones y el gasto de enormes de recursos
humanos y materiales.
Olvidados
por los eternos trajines que tenemos los cubanos para resolver nuestro
principal problema, la alimentación, pocos reparan en cuál fue su destino.
Hace
unos días me tropecé con un antiguo compañero de trabajo, quien ocupó un cargo
de dirección en la construcción de aquellos túneles.
Como la
sorpresa fue placentera para ambos y mi amigo había recibido recientemente una
ayuda económica de su hija, quien reside en Francia, me invitó a unos tragos en
su casa, que luego se convirtieron en un almuerzo creado por las mágicas manos
de su esposa.
Mientras
esperábamos por la colación, le pregunté por el destino de los “túneles de la
guerra de todo el pueblo”.
Me
preguntó si yo estaba preparado para oír una historia tragicómica. Como el
almuerzo se demoraba, asentí y me dispuse a oírlo.
Como es
sabido, los túneles comenzaron a partir de un discurso de Fidel Castro, el cual
nos pintó una inminente guerra que el imperialismo desataría contra Cuba con el
fin de destruir y cito “el último bastión del socialismo mundial”.
De ahí
salió el nombre de otro ‘cuento': la Operación Bastión, que duró cerca de 5
años.
Para no
abusar de la paciencia del lector, solo algunos datos que me dio mi amigo y que
se corresponden solo a La Habana.
En la
construcción de los túneles, repito, solo en La Habana, participaron cerca de
32 000 hombres y mujeres, lo que solo fue posible tras haber paralizado primero
todo el programa de construcción de viviendas, y más tarde el resto de la
actividad constructiva en general.
Esta
cifra incluyó cerca de 8 000 pobladores de las provincias orientales
desocupados, con los que se constituyeron los tristemente famosos contingentes
de la construcción.
Todas
las plantas de hormigón se pusieron en función de esta operación para apoyar
estas construcciones. Se consumieron cerca 230 000 metros cúbicos de hormigón,
lo que equivale a dos millones de sacos de cemento, y toda la producción de dos
años y medio de cabillas de la Antillana de Acero.
Esas
cabillas, la arena y el cemento buena falta hacían ya desde entonces para
evitar derrumbes y el deterioro general del fondo habitacional.
También
se invirtió no menos de 850 toneladas de las reservas de combustibles del ya
por entonces maltrecho ejército castrista, después de 1991, para reforzar el
escaso petróleo que aun nos suministraba Rusia como cumplimiento del contrato con
la desaparecida Unión Soviética (URSS).
“Recuerda”,
me dijo mi amigo, “que esa fue la época de las bicicletas chinas y los policías
a pie”.
Los
túneles consumieron casi el 50% de toda la reserva de tiempo de guerra para la
alimentación de estos constructores.
Al
término de este proyecto, se había excavado cerca de 600 kilómetros de túneles
debajo de La Habana.
“Total”,
me dijo mi amigo, “ninguno sirvió para nada, excepto uno de ellos, en La
Víbora, que se usa como discoteca, lo llaman El Túnel, y otro en El Vedado,
dedicado al cultivo de champiñones con la esperanza de venderlos al turismo.
Casi todos los demás están sellados”.
Ya con
el olor del almuerzo presente, le hice a mi anfitrión la pregunta final: ¿Por
qué se terminó el programa?
La
respuesta me dejó estupefacto: “Porque comenzaba el cuento del niño Elián”.
Y
resumió, mientras me invitaba a sentarme a la mesa antes de que
se enfriara el
almuerzo: “Por ser jefe, no me fue tan mal como a casi todos los demás, que
cuando los túneles comenzaron, construían sus casas y que al término de este
cuento, fueron devueltos a sus empresas para ver como allí les resolvían el
problema. Así de fácil. A mí y a otros cuadros nos dieron como premio
apartamentos como este donde tú estás ahora”.
Coño tapa el hueco que ya son amigos y enjabonate el otro hueco. |
jueves, mayo 7, 2015 | Paulino Alfonso |
palest44@gmail.com
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