CARTA URGENTE, ABIERTA, A SILVIO RODRIGUEZ
(Si me lo permite, Señor C.A. Montaner)
Silvio, mi nombre es Pancratia de las
Bermudas. Soy de madre cubana y padre bermudeño. En realidad me bautizaron
Pancracia, como mi abuela negra cubana, que fue hija de esclavos, pero
bueno. El caso es que me siento parte tanto de esta isla donde vivo,
Bermudas, como de la isla donde vives tú.
Como una más entre millones, siento el deber
de hacerte esta carta. Siempre he estado pendiente de lo que pasa por allá,
desde que, siendo yo niña, me trajeron hasta este pueblo de casitas blancas,
inmaculadas, mi madre y mi tío, un ex-preso político (de los que se
plantaron en las cárceles y pasaron años en calzoncillos por negarse a
vestir el uniforme de presos comunes), y mi madre pudo reunirse por fin con
mi papá.
Para rematar, y lo que me impulsó finalmente
a hacerte esta carta es que estuve casada con un negrón de CentroHabana
(donde mismo viviste tú, Silvio, cuando CH no se caía a pedazos), balsero
él, que por esas cosas del destino vino a recalar a estas tierritas; no en
balsa, por supuesto, pero llegó, a Bermudas y a mi vida, ¡Y cuánto me ha
costado sacar de mi vida a este fanático tuyo que ha sido siempre él, pero
me lo saqué!
Mi problema con el negrón de Cayo Hueso, es
más o menos el problema que tiene el pueblo cubano contigo, Silvio. De
hecho, con él me busqué muchos problemas por culpa tuya, culpa indirecta o
directa, yo ya ni sé.
Resulta que llegó criticando aquel sistema
que hay en Cuba, como si a mí no me hubiera parecido suficiente testimonio
de vida que haya salido huyendo de allá. Pero, no sé, por esos azares del
vivir con aire acondicionado hasta en el automóvil, del aprender a hablar lo
que se le venga en gana y a viva voz, y después de ser amamantado por mí con
langosta dos veces por semana, y pargo y carne de puerco el resto de los
días, se me volvió de un banquete para el otro “Revolucionario” y Fidelista.
Así se llama él a sí mismo ahora. ¡Virgen de los Cobos, lo que hay que oír!
Te diré que casi se le quitó lo de
revolucionario cuando yo, enojada, lo tuve una semana a base de arroz,
chícharo y huevo, lo puse a tomar agua a temperatura ambiente en vez de
cervecita fría en cena y almuerzo, para recordarle cuáles son las cosas que
comíamos en mi casa en Cuba antes de venirnos para Bermudas, y las que comía
él en el lugar de donde escapó. Creo que ahora ni siquiera esas tres cosas
juntas puede comer el cubano de a pie, ese cubano que a lo mejor tú no
puedes ver, Silvio, porque te lo impiden las altas murallas que rodean tu
casa en Siboney.
¿Tú me vas a decir a mí, que dar unas giras
por los CDR, te hace estar más cerca del pueblo? ¿Sabes tú cómo viven esas
personas cuando se alejan de las tribunas que montas tú, tan bueno que eres
para la tribuna, y regresan a sus casas? Podrías hasta imaginarlo, que
imaginativo se ve que eres, pero te invito a que vayas y vivas como ellos,
vaya, como la misma familia de mi ex-negrón, y después dime que quisieras
vivir hasta el fin de tus días en esas mismas condiciones. ¿Qué canción
compondrías tras esa experiencia?
Ahora, respondiendo brevemente a algunos
puntos de tus cartas a Pablo Milanés, cuya vulgaridad -la de tu texto-, tal
vez no sea tan explícita, pero es una vulgaridad en el plano moral, te digo
lo siguiente, en nombre de una parte del pueblo del que me siento
integrante, por más que tu gente pretenda arrebatarnos ese derecho a los que
no comulgamos con su ideología…
“Asimismo no me siento capaz de juzgar, menos
públicamente, a un viejo amigo…”. “Por mi parte nunca -jamás- he permitido
que en mi presencia nadie hable mal de Pablo”…
¿No es acaso juzgar, decir seguidamente cosas
sobre Pablo como que es burdo, desamorado, que hacía propaganda con el único
fin de lograr un lleno en su concierto? Que venenosito te quedó esto último.
Y lo otro que escribiste después, de que le vendió su alma al diablo, que él
es bajo y sucio y por ahí para allá todo lo del mundo y más, ¿tampoco es
juzgar?
Mi impresión de ti en este caso es que no
dejas que nadie hable mal de Pablo en tu presencia porque eso es una
prerrogativa que a lo mejor tú consideras que solamente tú puedes
permitirte. En el mejor estilo de Fidel Castro: “que nadie toque nada, sólo
yo puedo tocar”. Sólo los que viven en la isla, y preferentemente los que
tienen el poder, pueden criticar. ¿Y nosotros qué? Infórmanos, ¿cuándo
podremos criticar todo lo que nos parece mal, sin ser perseguidos, o
molestados, o encerrados en la isla como Yoani Sánchez?
Poniéndome más seria, me parece que esto otro
que dices es MUY PELIGROSO: “Es importante que los que vivimos en esta
sociedad imperfecta -y eso quiere decir con cosas malas pero también con
cosas buenas- sigamos criticando, sigamos mejorándonos”.
Silvio, es MUY GRAVE llamar simplemente
“imperfección”, a lo que son crímenes. No es sencillamente “malo” matar
después de un juicio sumarísimo a tres muchachos que no mataron a nadie. La
vida humana, Silvio, tiene más valor que cualquier coyuntura política. Es
evidente que para ti no todas las vidas humanas valen lo mismo, pero te lo
recuerdo. Tú seguramente debes ser como el Che, que aspiraba a que fuéramos
“frías máquinas asesinas” contra cualquier opositor. Pero para mucha otra
gente sí es igual de valiosa una vida que todas las otras, cantor. Valiosa
era la vida de las víctimas del remolcador 13 de Marzo, para no ponerme muy
rebuscada, aunque ejemplos de genocidios sobran en la Revolución, como
también mencionaría, no tengo nada en contra de mencionarlo, el asesinato de
los mártires de Barbados, tan repudiable como el de los cuatro Hermanos al
Rescate, o el de Fabio por aquellos otros terroristas, el Fabio que le da
nombre a la pizzería de La Habana hoy, o de los cientos o miles que fusiló
el Che en La Cabaña.
Los menciono porque crímenes, son crímenes,
aquí y allá. Y yo soy pueblo, no tengo compromisos con ningún gobierno, a
diferencia de otros. Por ejemplo a diferencia de ti, que omites algunos de
esa lista de muertos, insistentemente, y hablas de aquellos tres últimos
muchachos fusilados por Fidel Castro como quien habla de tres corderos que
hay que ofrecer en ineludible sacrificio, en necesario holocausto, en el
altar de la Patria. ¡Dios mío! ¡Asísteme Virgen de los Cobos! ¡Sal del agua
y mira esto, muchedumbre de muertos en el Estrecho de la Florida en busca de
libertad!
Es como cuando llamaste a las salvajadas de
Gadafi algo así como asuntos étnicos de cada nación que hay que respetar,
sin intervenir. “Hay que respetar las tradiciones culturales de los pueblos
y de sus lugares”. Eso dijiste.
Para terminar con las referencias a tus
palabras y actos, ven acá y cuéntame, ¿cuál es el sentido de publicar cartas
coescritas o escritas en su totalidad por Pablo Milanés en los años setenta
y ochenta? ¿Cuál es la gracia, progresistamente hablando, de que saques en
cara esas palabras como si fueran el lastre en la conciencia de ese hombre?,
un hombre que ha decidido retractarse de lo que considera inhumano, errado.
Él escribió esas cosas en aquella época, ¿y
qué? Eso demuestra que él cambia si en algo le parece necesario cambiar, y
que lo que tú llamas mantenerte fiel a tu historial puede perfectamente ser
simple terquedad, en algunos casos terquedad con consecuencias criminales.
No me extraña que repitas, como Edmundo, que tú sí que te mueres como
viviste. ¡No digo yo! ¿Cuántos no quisieran morirse como mismo has vivido
tú, siendo que has vivido tan bien? (bien materialmente hablando, claro,
porque en tu conciencia yo no quisiera estar). Vivir, por ejemplo, teniendo
pleno acceso a las diplotiendas desde muchos años antes que el cubano de a
pie, y ahora accediendo a Internet sin censura, mucho antes también que la
inmensa mayoría de los cubanos, y tratándote, tú, en los hospitales donde se
tratan los dirigentes, los turistas…donde no puede ir la gente común.
Por la más elemental honradez, deberías dejar
de decir esa frasecita que vienes repitiendo desde principios de los
noventa. Porque no hay mayores méritos en querer morir como has vivido tú, o
como aquel inmundo comejamones que vive en Miami. Mérito veo en el hombre
comunista honesto que vive en Cuba, y que sigue fiel hasta la muerte a sus
ideas (por más que a muchos nos parezcan equivocadas), aunque no conozca más
que la tarjeta de racionamiento e ignore lo que es tener -en sus manos, por
un segundo- la otra tarjeta, una de esas credit card como las que usas tú, y
los Max Lesnik, los Aruca y demás gente que, según tú, “se juega la vida y
la historia en Miami, rodeado de criminales locos por acabar con cualquiera
que les huela a comunista”.
Que nosotros sepamos, a ninguno de ellos
alguien les ha hecho un juicio sumarísimo, con fusilamiento a posteriori, ni
los ha agredido de la forma en que hacen en Cuba las hordas en contra de las
Damas de Blanco o de cualquiera que alce la voz. A ninguno se les ha
prohibido entrar ni salir del país donde viven, aunque ni siquiera sea su
país de nacimiento. A ninguno el imperialismo y la “ultraderecha” de Miami
les ha lanzado gases lacrimógenos, como hizo tu gobierno, Silvio, contra los
opositores de Palma Soriano hace unos días.
Terminas tu segunda “carta” poniendo en duda
que Pablo realmente respete la dignidad de su pueblo. No se me olvidará
nunca la manera en que has tratado tú a los cubanos en algunos conciertos
que has dado. En Youtube están los videos. Con prima grosería absoluta, con
arrogancia. Así los trataste. ¡Claro, como ellos no te pagaban en la moneda
que te servía para ir a comprar tus cajas de whiskey en Cubalse! Bien
distinto has tratado a la gente en tus conciertos fuera de Cuba, gente entre
la cual están los extranjeros que no han vivido en carne propia lo que
sueñan, o ese nuevo tipo de emigrados cubanos que ha surgido últimamente en
las comarcas del capitalismo, como ni ex-negrón, de dólar en el bolsillo, y
negados a volver a vivir en la patria como vivían antes de irse: sin jama ni
libertad. Pero, al mismo tiempo, ¡cuánto defienden, aquellos y estos, a la
Revolución, cuánto marchan convocados por los consulados cubanos, y gritan,
y nos hostilizan a nosotros!
¿Qué defiendes tú cuando defiendes la
Revolución, Silvio? ¿Acaso a esos hijos de los Castro y el Che que hemos
visto, azorados nosotros, en el reciente libro del norteamericano que los
frecuentó en sus fiestas en La Habana?, cada uno de estos superhijos del
brazo de una mulata de temporada, o dos mulatas de un tirón, y un habano en
la boca. ¿En eso terminó la Revolución? ¿En un trovador titimaníaco que,
para que nada cambie en su vida de lujos, se aferra hasta la letra y el
punto y coma tipeados en el pasado por él y Pablo? ¿Revolución es ese
glamour y exuberancia fotografiados por el gringo de marras, equiparables en
muchas cosas -sí, objetos, rutinas- al lujo de Gadafi y su familia? ¿Ser
fidelista es eso y que sigamos matando a los inconformes… que un Zapata
Tamayo y unos negritos más, o unos menos, no se notan -son manchas, dirías
tú- en el sol que alumbra desde Cuba a toda América Latina?
Trovador, nosotros en Bermuda no nos
propusimos crear al hombre nuevo, fíjate, pero creamos cosas más palpables,
como por ejemplo prendas que le facilitan a la vida a cualquier hombre o
mujer, sean nuevos o viejos, porque todo el mundo tiene, tenemos, derecho a
vivir nuestras pequeñas vidas, lo mejor que podamos, y a circular por las
calles y a estudiar en las universidades -sin que nadie, en nombre de una
Revolución, nos las quite si no agachamos el moño y empeñamos la decencia-;
tenemos derecho a vivir mejor siempre y cuando nos rompamos el lomo
trabajando. Hablo de los shorts “bermudas”, que permiten que entre un poco
de aire en las piernas. Sí, hay pequeños inventos que le hacen la existencia
agradable a cualquier cristiano. Otro ejemplo que te quiero poner son las
chancletas de Hawái, que fuera de Cuba llaman hawaianas, y en Cuba llaman
metededos. ¿Quieres ver tú cosa más cómoda y refrescante para caminar en
esos trópicos del buen Señor? Esas son creaciones revolucionarias. Hay islas
que inventan grandes ruinas materiales y sociales cuando supuestamente
pretendían crear el Paraíso, y hay otras islas, pequeñas, que nos
conformamos con vivir sin asfixiarnos de calor ni de hambre ni de opresión
de las masas, de oprobio.
Pancrætia de las Bermudas
Sommerset Village, 6 de
septiembre
de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario